De  ninguna manera podemos hablar de Cristo Crucificado quedándonos 
en el  Viernes santo, sin mirarlo desde la luz de la Pascua de 
Resurrección. No  podemos vivir con Jesús sino muriendo con Él, sólo 
reinaremos con Él si  con Él sufrimos.
El escapulario de la Pasión es un instrumento de la Gracia de Dios  
que nos mueve a la conversión continua, a dejarnos tocar y lavar por la 
 Sangre preciosa de Cristo, que se derramó por todos los pecadores. El  
color rojo del escapulario de la pasión es evocación de la Sangre  
derramada por nuestra Salvación y un símbolo de un amor en el que hemos 
 de participar en Jesús Crucificado, Fuente y Modelo de ese amor. No es 
 un amuleto o un talismán de buena suerte sino una visualización de la  
infinita y constante misericordia de Dios que nos llama a estar siempre 
 con El como discípulos suyos, siguiendo las huellas de su vida, pasión,
  muerte y resurrección.
El escapulario de la Pasión, nos lleva a honrar el Corazón de Cristo,
  inseparablemente unido al Corazón de María que es quien nos lo dió, es
  acudir precisamente a la expresión más profunda de la Misericordia de 
 Dios. El Señor resucitado mostró a sus apóstoles sus manos y su 
costado,  antes de subir al cielo.
¡Oh, Jesús mío, qué poco conocemos tu misericordia!
¡Qué poco pensamos en tus sufrimientos que son los
 que nos han adquirido esa misericordia!
Sor Apolina Andriveau, Hija de la Caridad